¿Cómo funcionaba una imprenta del PRT-ERP?

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Por: Pablo Bruno, en HEROES DEL PRT-ERP

“R” nos cuenta todo. Para entender bien el proceso, en este artículo exclusivo para el grupo “Héroes del PRT-ERP”[1].

“La misión del periódico no se limita, sin embargo, a difundir las ideas, educar políticamente y a atraer aliados políticos. El periódico no es sólo un propagandístico colectivo y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo”. V. I. Lenin

Estrella Roja se llamaba la publicación que editaba del Ejército Revolucionario del Pueblo (E.R.P). En total se sacaron 64 números entre 1971 y 1977 y su tirada oscilaba entre 40.000 y 30.000 ejemplares. La mayoría, impresos, distribuidos y repartidos en condiciones de clandestinidad e ilegalidad. Salvo los 4 números editados durante el gobierno Camporista. El número que coincidía con el 1° aniversario de la masacre de Trelew tuvo una tirada de ¡160.000 ejemplares!

La prensa del P.R.T. se llamaba “El Combatiente” y su tirada oscilaba entre los 10.000 y 20.000 ejemplares.

Además de los periódicos nombrados las imprentas del Partido se ocupaban de imprimir miles de volantes, boletines fabriles, libros, boletines, folletos y demás.

Un militante del PRT-ERP, que trabajó en una de las imprentas del Partido, accedió amablemente a explicarnos cómo funcionaba todo este mecanismo de impresión y distribución.

Para comenzar a entender este proceso hay que saber que existían imprentas nacionales, regionales y pequeñas imprentas zonales, cada una de ellas de distinta envergadura y distintas características, adaptadas a su función específica. Las imprentas funcionaban en lugares escondidos, clandestinos, subterráneos, ocultos a la vista de vecinos y gente en general. Para evitar sospechas (ruidos, movimientos de materiales, entrada y salida de vehículos, etc.), todas funcionaban ocultas detrás de una “fachada”, que consistía en algún tipo de taller metalúrgico, mecánico, etc. Era la cara visible del lugar y podía explicar ante los vecinos cualquier cosa que les llamara la atención. También era común que militantes vivieran en una vivienda adjunta al taller o fachada. Estos militantes eran, ante los ojos de los vecinos, una pareja “normal”. La mujer hacia las tareas domésticas, hablaba con los vecinos, regaba las plantas, etc. y el hombre salía a trabajar todos los días. Todo lo esperable para una familia tipo de la época. Otros militantes eran presentados como familiares o amigos, cuidando que el número de caras diferentes no sea sospechoso. Y guardando la apariencia, mediante festejos de cumpleaños, asados y demás.

Las imprentas nacionales eran las encargadas de imprimir «El Combatiente” y “Estrella Roja”. Las regionales se encargaban de imprimir volantes, libros, folletos y demás. Y las zonales imprimían boletines fabriles o volantes necesarios para algún frente de lucha particular de la zona. Obviamente que en el caso de las nacionales las imprentas contaban con impresoras pesadas, sofisticadas, que admitían operar con tamaños de hoja más grande e imprimir a mayor velocidad y volumen. La regionales eran de características técnicas un poco más sencillas (igualmente estamos hablando de aparatos de varios cientos de kilos de peso). Y las zonales eran mimeógrafos y aparatos menores que podían funcionar en casas operativas y permitían imprimir volantes, que podía necesitar una célula para la militancia cotidiana en determinado frente fabril.

Los equipos se obtenían mediante compra o expropiación. Esta última opción limitada a los equipos de menor tamaño, ya que los de las imprentas grandes pesaban algunos cientos de kilos, que requerían de maquinaria compleja para ser trasladados. En cuanto a los comprados, “R” recuerda que se contaba con la complicidad de los vendedores que sabían que “los únicos que compran estos aparatos y pagan en efectivo son los de la guerrilla”. Los insumos: tintas, resmas de hojas, etc., debían ser comprados en diferentes lugares para no despertar sospechas (cosa bastante difícil y riesgosa, ya que las fuerzas represivas estaban atentas a esos movimientos).

No quería avanzar en este texto sin hacer mención a los militantes, que trabajaban muy duro, muchas horas diarias, en cuantiosas jornadas y en condiciones durísimas: para hacer los pozos, apuntalarlos y construir las imprentas subterráneas. Los ingenieros (y estudiantes) que aportaron sus conocimientos para instalar estas increíbles obras de infraestructura. Y todos los que trabajaron en esas obras, transportando tierra, comprando materiales, etc.

Ukko, un militante del PRT-ERP relata:

“La dirección del Partido había dispuesto construir una imprenta clandestina para editar nuestros materiales. El equipo de propaganda estaba formado por seis compañeros que ya trabajaban a un ritmo frenético, para cumplir con los tiempos de entrega. Y de allí en adelante, a ese ritmo «normal» de trabajo, había que agregar el trabajo de excavación, sacada de tierra, construcción de paredes, soportes y vigas, aislación de la humedad, instalación de extractores de aire, montaje de un montacargas…

Aunque en alguna oportunidad el equipo recibió la ayuda de algún compañero de otro frente, por razones de seguridad era preferible limitar en lo posible la cantidad de quienes conocieran datos que, aunque aislados pudieran, luego dar indicios a la represión.

El trabajo era físicamente extenuante y el tiempo de descanso, dada la actividad de imprenta, escaso.

La necesidad de mantener la clandestinidad y de no llamar la atención de los vecinos exigía que la camioneta con la cual sacábamos la tierra excavada saliera solo dos veces por día. A la mañana temprano salían camioneta y chofer hacia lo que se decía era su trabajo. Volvía para el almuerzo y volvía a salir después de algún tiempo… Dos salidas por día, lo que significaban unas tres toneladas de tierra extraídas diariamente. Tres toneladas extraídas a pico y pala, subidas con una roldana, cargadas en la camioneta, volcadas luego en algún vaciadero… Al regreso se traían los materiales necesarios: hierro y cemento, electricidad y aparatos…. todo lo necesario”.

imprenta PRT
Instalaciones de la imprenta de Córdoba

Había dos imprentas nacionales. Una en Córdoba[2] y la otra estaba en Moreno, provincia de Buenos Aires. La imprenta de Córdoba se encargaba de imprimir la prensa del PRT y del ERP, que sería distribuida en el centro y norte del país. Y la de Buenos Aires se encargaría del resto del país (centro sur). Una vez impresos los ejemplares, estos pasaban a “distribución nacional”, que eran los encargados de hacerlos llegar a los equipos de “distribución regional”. Cabe aclarar que todos estos equipos estaban tabicados. O sea que ninguno tenía información sobre los demás, ni de donde funcionaba la imprenta.

“R” trabajó en una de las imprentas regionales, que estaba en Llavallol, provincia de Buenos Aires, que por sus características podía reemplazar a una de las imprentas nacionales, en caso de ser necesario. El mecanismo de trabajo en una de estas imprentas era el siguiente: Dirección nacional o dirección regional hacia llegar un papel con el escrito que se quería imprimir (para hacer un volante o lo que fuera), se realizaba un original a máquina (se usaba una maquina IBM que permitía cambiar el tipo de letra). Ese original se lo pasaba por una máquina que imprimía una “película” y con ella se positivaba una plancha de aluminio, que es la que se utilizaba en la impresora. Sólo era necesario indicar el número de copias y esperar que finalice el proceso. Una vez terminada la impresión se guillotinaban las hojas, se empaquetaba y se pasaba a distribución regional, que era la encargada de hacer llegar al material a las distintas zonas. Cabe aclarar que “distribución” nada tenía que ver con impresión. Los equipos estaban tabicados. Las entregas de los paquetes se hacían fuera de la imprenta, a través de encuentros en diferentes sitios. “Impresión” tenía una camioneta, con su correspondiente “berretín”, para transportar los paquetes. Y “distribución regional” hacía llegar el material a los diferentes equipos de “distribución zonal”. En este caso “distribución regional” dejaba el material en los llamados “buzones”, que eran comercios o casas particulares de simpatizantes y colaboradores, donde luego irían a recogerlos los encargados de distribución zonal.

“R” recuerda que, al momento de su experiencia en Buenos Aires, había 7 zonas. Y las separaban varios kilómetros de distancia. El crecimiento del partido hizo pensar, como proyecto a futuro, instalar imprentas más o menos importantes a nivel zonal, para hacer más ágil el mecanismo. Lamentablemente no se pudo concretar y muchas veces la vorágine de la militancia llevó a que el equipo de impresión haya tenido que distribuir también material con la camioneta de la imprenta. En una de esos repartos “cayó” la camioneta, fue apresado el equipo y “cayó” la imprenta. En otras ocasiones, los equipos de “distribución regional” y “distribución zonal” se encontraban directamente para pasarse el material, sin intermediarios o buzones, lo que también era una transgresión a las medidas de seguridad.

Como ejemplo de todo este mecanismo, “R” explica que el grupo que militaba en Riggolleau, dada la importancia de ese frente fabril, tenía su mimeógrafo para imprimir sus volantes de forma rápida. Cuando necesitaban imprimir algo en mayor volumen, o mayor calidad, pasaban el escrito al encargado de propaganda regional, y él lo hacía llegar a la imprenta.

Cabe mencionar también que, entre la llegada del papel y la impresión del volante, aparte del procedimiento que se mencionó anteriormente, había un trabajo de diseño y diagramación del volante: elección de la forma, letra, distribución, imágenes etc.

“R” también recuerda la complejidad del armado de las imprentas, los equipos podían llegar a pesar más de 500 kg. Y a veces se debían transportar a sótanos o a construcciones subterráneas, lo que requería utilización de maquinaria para transporte, grúas, elevadores, etc. y el trabajo durísimo de los militantes que no eran más de 2 o 3, para desarmar y armar todo.

“R” explicó, como ejemplo del trabajo, la impresión de la “Respuesta a Cámpora”. Que se volanteó a nivel nacional y requirió, solo en la provincia de Buenos Aires, la impresión de más de 300.000 volantes. Que se realizó en una semana de trabajo, todos los días, de 10 a 12 hs diarias, para completar todo el proceso. La imprenta funcionaba en una zona industrial, la fachada era una pequeña fábrica metalúrgica y las maquinas estaban en un galpón al fondo del terreno.

P.B.

imprenta de Córdoba
imprenta de Córdoba

Notas

[1] Nos tomamos la licencia de corregir algunos detalles de puntuación y hacer pequeñas modificaciones en la redacción, que facilitan la lectura

[2] La imprenta de Córdoba que había sido apropiada por la dictadura y sus cómplices fue recuperada este año. Ver la nota de lxs compas de Venceremos: http://venceremos-arg.org/2019/03/21/una-casa-un-proyecto-una-familia-la-vida/

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